jueves, 26 de septiembre de 2013
jueves, 25 de marzo de 2010
viernes, 12 de marzo de 2010
Fábulas de la infancia
No sé si recuerdas...
Los tres anteriores tienen un hilo conductor: la crueldad y la burla, así como el transformar la debilidad en fuerza... qué sabias las fábulas para niños, no lo crees?
Este siguiente, es de Esopo, cuya moraleja, creo, la estoy viviendo ahora en esto del "trabajar para comer" jeje :P
Este es uno de mis favoritos:
Disfrútalos!
Los tres anteriores tienen un hilo conductor: la crueldad y la burla, así como el transformar la debilidad en fuerza... qué sabias las fábulas para niños, no lo crees?
Este siguiente, es de Esopo, cuya moraleja, creo, la estoy viviendo ahora en esto del "trabajar para comer" jeje :P
Este es uno de mis favoritos:
Disfrútalos!
jueves, 23 de julio de 2009
Hermosa coincidencia
Cuando era niña, me encantaba irme a la biblioteca de la primaria a leer cuentos en mis recreos. Leí muchísimos libros que ya no recuerdo, pero uno en particular me causó una gran impresión. Era un bellísimo volumen del cuento de Andersen "Los cisnes salvajes". Las ilustraciones eran tan hermosas que me podía pasar todo el recreo admirándolas. Me obsesioné tanto con ese libro que llegué a rogarle al profesor que cuidaba la biblioteca que me lo regalara. Evidentemente, no me dejó llevármelo, pero desde que lo descubrí, no pasaba un día sin que fuera al menos un ratito a verlo. Incluso me enojaba cuando alguien lo había rentado.
Creo que con ese libro tuve mi primera experiencia estética. Cuando salí de la primaria, tuve que dejar mi preciado tesoro. Nunca lo olvidé. Ya más grande, me dediqué a buscarlo en todas las librerías que conocía, pero en ninguna lo encontré. Como lo leí muy chica, no tenía idea de la editorial ni de ningún dato que me pudiera dar alguna pista.
Creo que con ese libro tuve mi primera experiencia estética. Cuando salí de la primaria, tuve que dejar mi preciado tesoro. Nunca lo olvidé. Ya más grande, me dediqué a buscarlo en todas las librerías que conocía, pero en ninguna lo encontré. Como lo leí muy chica, no tenía idea de la editorial ni de ningún dato que me pudiera dar alguna pista.
Hace cinco minutos, se me ocurrió googlear "cisnes salvajes" porque quería una imagen para ilustrar un post que quería escribir sobre el cuento. Entonces vi una ilustración que me provocó un vuelco en el estómago. Nunca olvidé las imágenes, las tengo tatuadas en la memoria. Por eso, en cuanto vi esa imagen de Elisa siendo cargada por sus hermanos convertidos en cisnes, supe de inmediato que lo había encontrado.
Resolví el misterio. La ilustradora se llama Susan Jeffers. Ha ilustrado muchos de mis cuentos más queridos. Me puse a buscar imágenes por su nombre y encontré la portada de mi libro amado, en donde aparece la bella Elisa con una corona sobre su cabellera de un café rojizo y sus manos tejiendo un hilo verde. Casi me pongo a llorar.

Me alegro por haberme topado con este recuerdo de la infancia. Fue algo totalmente inesperado.
Me alegro por haberme topado con este recuerdo de la infancia. Fue algo totalmente inesperado.
miércoles, 24 de junio de 2009
Redefiniendo el camino

Cuando tenía cinco años quería ser bailarina de ballet. Le dije a mi mamá y me metió a clases de baile en el kínder. Usaba un payasito rosa, medias y un par de pequeñas zapatillas. Según yo, seguía perfectamente los movimientos que nos señalaba la maestra y me esforzaba en estirar todo mi cuerpo. Seguramente mi postura era fatal y tenía la panza salida todo el tiempo, pero recuerdo haber bailado orgullosa el día del estreno. Después de eso, dejé las clases.
Toda mi vida he amado el baile, particularmente el ballet. Ahora sé que la vida de las bailarinas dista de ser alegre y glamorosa. Realmente implica muchos sacrificios y un esfuerzo constante. Además es una carrera muy ingrata, pues se acaba con la juventud.
Después de eso quise ser muchas cosas. Incluso algún día se me ocurrió ser domadora de ballenas, pero pronto descubrí que no era precisamente mi vocación.
El día en que no solamente vi las ilustraciones de mi libro de cuentos, sino que pude leer por primera vez las palabras, supe que quería ser escritora. Empecé con cuentos sencillos que le dictaba a mi mamá y que no llenaban ni la mitad de una hoja. Cuando fui lo suficientemente grande para escribir yo sola, realicé mi primer obra maestra: "Anita y Pepito perdidos en el espacio". Todavía tengo el manuscrito de tan ilustre ocurrencia.
Mi adolescencia la pasé chorreando tinta. Pasaba todas mis tardes leyendo y escribiendo. Ya fueran cuentos, diarios, cartas... lo que fuera. Entonces entré a estudiar la carrera. Olvidé mi amor por las letras y convertí mi pasión en un mero hobbie. Me dediqué a estudiar y un día me levanté convencida de que mi futuro era la academia.
Hace poco, dando vueltas por Gandhi, me topé con un librito de Borges. Lo abrí al azar y me encontré con estas líneas:
Toda mi vida he amado el baile, particularmente el ballet. Ahora sé que la vida de las bailarinas dista de ser alegre y glamorosa. Realmente implica muchos sacrificios y un esfuerzo constante. Además es una carrera muy ingrata, pues se acaba con la juventud.
Después de eso quise ser muchas cosas. Incluso algún día se me ocurrió ser domadora de ballenas, pero pronto descubrí que no era precisamente mi vocación.
El día en que no solamente vi las ilustraciones de mi libro de cuentos, sino que pude leer por primera vez las palabras, supe que quería ser escritora. Empecé con cuentos sencillos que le dictaba a mi mamá y que no llenaban ni la mitad de una hoja. Cuando fui lo suficientemente grande para escribir yo sola, realicé mi primer obra maestra: "Anita y Pepito perdidos en el espacio". Todavía tengo el manuscrito de tan ilustre ocurrencia.
Mi adolescencia la pasé chorreando tinta. Pasaba todas mis tardes leyendo y escribiendo. Ya fueran cuentos, diarios, cartas... lo que fuera. Entonces entré a estudiar la carrera. Olvidé mi amor por las letras y convertí mi pasión en un mero hobbie. Me dediqué a estudiar y un día me levanté convencida de que mi futuro era la academia.
Hace poco, dando vueltas por Gandhi, me topé con un librito de Borges. Lo abrí al azar y me encontré con estas líneas:
"Nadie puede escribir un libro. Para
que un libro sea verdaderamente,
se requieren la aurora y el poniente,
siglos, armas y el mar que une y separa."
que un libro sea verdaderamente,
se requieren la aurora y el poniente,
siglos, armas y el mar que une y separa."
Ayer, en un momento de inesperada lucidez, le dije a Juan José: "No quiero dedicarme a la filosofía". Fue una revelación sorpresiva para ambos. Ya se me había olvidado la razón por la que escogí esta carrera en un principio. Quería ser escritora, pero me di cuenta de que no tenía sobre qué escribir. Quise estudiar filosofía para encontrar un contenido, algo de lo que valiera la pena hablar.
No quiero enfocar todas mis energías en la academia. No me molesta vivir de ella, pero si tengo que escoger una maestría, será de literatura, de lo que me apasiona.
Llevo la filosofía en mis venas, pero no quiero que me den un título por leer a un montón de autores que me digan cómo pensar. Me gusta mucho mi formación, pero quiero empezar a producir por mí misma. Las palabras de Borges me recordaron que quiero habar con arte. No quiero jugar con las reglas del pensamiento duro. Soy filósofa y escritora por vocación, pero tengo esencia de soñadora.
jueves, 11 de junio de 2009
Desempolvando viejas plumas

"Lily dio media vuelta y se encontró de frente a una larga sombra ataviada de un elegante vestido negro adornado con joyas y velos que avanzaba hacia ella agitando sus ropajes en una danza mística.
Sin saberlo Lily sintió un miedo incontenible y dio un paso atrás, temblando y observando con ojos desorbitados al extraño bailarín que bailaba con una música silenciosa.
La sombra alzó sus brazos al aire y danzaba silenciosa y grácilmente, dando vueltas y haciendo flotar sus negras vestiduras alrededor de la joven, cautivándola con su baile.
Lily sintió un sudor frío bañar todo su cuerpo. Quería gritar, pero algo invisible le oprimía la garganta. No quería mirar aquella sombra, pero era imposible. Lily no podía dejar de admirar el sutil movimiento de la tela negra en el aire. La sombra parecía un bailarín experto moviéndose con gracia y belleza, extendiendo hacia ella sus brazos e invitándola a unirse a su danza mística.
La joven sintió dentro de ella la música preciosa que hacía bailar a la sombra. Cerró los ojos y se dejó llevar por ella.
Lily alzó sus brazos al aire, se dejó llevar, siguiendo los pasos de la sombra. Los jirones de su vestido blanco ahora sucio y gris, rozaron la tela negra.
La sombra guiaba a la joven con hilos invisibles y bailaba con ella por toda la estancia, sin atreverse jamás a tocarla.
Lily abrió los ojos y se fascinó por el misterio que la sombra escondía. Encontes alargó su mano para tocar las suaves vestiduras oscuras de la sombra, pero sólo sintió el contacto del aire. Y ahora no había nada más frente a ella.
Lily se encontraba sola frente al espejo, sin la compañía de la sombra, mirando su propio reflejo. Sus rizos negros le caían en cascada por los hombros y la espalda. Sus ojos dorados se miraron con gran confusión en el reflejo plateado del espejo. Su vestido ya no era el blanco que antes había sido. Ahora era negro y elegante como lo había vestido aquella sombra."
¿Recuerdas esto? ;)
lunes, 30 de junio de 2008
Suscribirse a:
Entradas (Atom)